23.11.09

Entrevista: Alberto Muñoz.- “Desestabilizar ese moño atado al cuello”


Siempre que me acerqué a la estatura de Alberto Muñoz, tuve la misma sensación, acercarme a una personalidad creadora de imaginación extrema. Este artista (poeta, músico, dramaturgo y guionista) que, a través de su obra, busca las tradiciones, aquellas cosas que sostienen, sostienen pueblos, individuos, lenguajes, dice hacer folklore en el legítimo sentido de la palabra, pero sin ser folklorista.
A mediados de la década del 70’ y a través de M.I.A. (Músicos Independientes Asociados) comienza a trabajar su vertiente poética, partiendo del dúo que hacía con Liliana Vitale, en donde reconoce la fuente de la que sería después su trabajo solista. Con M.I.A. también da sus primeros pasos en lo teatral con “La Compañía del Circo Mágico”. Su salida ansiada para poder mostrar sus trabajos comienza con “El Gran Pez Americano” (1987), en donde abre el campo de la canción. Luego llegarían “Lo que sale una trompeta” (radioteatro, 1989), “Misa negra” (1991), “Los últimos días de Johnny Weistmuller” (1996), “La pasión según los hipopótamos” (1998). Como guionista de TV escribió para “Magazine For Fai” (con Mex Urtizberea), “Chabonas” (con Mariana Briski), “Artesano de fin de siglo” (con Claudio Koremblit) y “Ocupas” (con Bruno Stagnaro y Esther Feldman), entre otras cosas. Entre sus últimos escritos podemos mencionar: “Camiones” (Ediciones en Danza, 2001), “Venecia negra” (con Javier Cófreces, Ediciones en Danza, 2003), “Trenes” (Ediciones en Danza, 2004), “Canción de amor vegetal” (con Javier Cófreces, Ediciones en Danza, 2006) y “Pianoforte” (tratado ecléctico sobre el arte musical (Ediciones en Danza, 2006).
Y bien, un encuentro más con Alberto Muñoz, este artista nacido en Buenos Aires el 19 de febrero de 1951, amante del delta, lugar a donde vuelve siempre que puede, porque dice que es el paisaje que más coincide con su interior.

Celina Vive!: Tengo la costumbre de comenzar hablando de la infancia, ese tiempo que nos sirve para toda la vida, el lugar en donde nos nutrimos... Cómo fue tu infancia, qué recuerdos llegan de ese lugar?
Alberto Muñoz: “Mi infancia es un ámbito atrasado, una fuente que rememora las aguas pasadas, un recuerdo feliz por la gratitud del juego y la amistad de los primeros compañeros a quienes no he vuelto a ver salvo entre la selva de mi imaginación que aún los evoca y distribuye en escritos o canciones. Una infancia barrial con mis padres, mi abuela y los perros. Viví ciertos terrores que no son sencillos de explicar: la escuela, mi clase de violín, la hostilidad de un mundo que ya percibía ajeno a todos mis intereses. ¿Pero que clase de intereses particulares puede tener un niño? Los comunes y aquellos otros que configuraron esto que cargo hoy: la poesía. Tenía la virtud o el error calificado de vivir con plenitud lo que inventaba. La verdadera vida la hallaba en los libros (pocos) de aventuras, en laboratorios construidos en la terraza de mi casa donde buscaba con mi juego de química la fórmula de la invisibilidad, la construcción de un muñeco, un autómata, al que le di vida metiéndome adentro. A los diez años descubrí las islas del Tigre y ese fue mi sueño que se convirtió en realidad. Ese ámbito vegetal y acuático recorrió mi obra y será probablemente el reino donde pase mis últimos días, cuando habite el final de la infancia”.

Celina Vive!: En algún momento de tu niñez experimentaste alguna actividad que tenga que ver con este presente, con el Alberto Muñoz de estos días?
Alberto Muñoz: “Probablemente mis dificultades de comunicación con todo aquello que se establecía en aquel entonces como el mundo me abrieron otras puertas, no eran demasiadas y sí siempre las mismas, ahí moraba en una suerte de imaginación creativa, yo deseaba realizar lo que imaginaba. Recuerdo un librito de la editorial Billiken cuyo título era “grandes poetas” leía –calculo que con muchas dificultades- esas páginas misteriosas y entendía que algo de eso me estaba destinado. Escribir para que el mundo se revelara en todo su colorido y extensión; miraba los mapas, copiaba minuciosamente el dibujo de los barcos que recorrían mares y geografías que entendía como inexistentes pero probables. Homero, Virgilio eran nombres que me resultaban familiares porque a mi padre le gustaba el tango, pero estos Homeros y estos Virgilios eran distintos, me resultaban más encantadores y daba la impresión que desde sus retratos en lápiz me miraban y me habilitaban a la escritura. De ahí nació el encanto por escribir historias, poesías y canciones”.

Celina Vive!: En un determinado momento, en una no tan lejana entrevista, me comentabas que lo que más te dolía era la poca luz en los ojos que veías en la gente, te molestaba, por llamarlo de alguna manera, la desesperanza, seguís pensando igual?
Alberto Muñoz: “Los argentinos tenemos una desesperanza rotativa, una especie de eterno retorno de la desesperanza, pero por su propio peso también tenemos una alegría salvaje que nos salva de la misma desesperanza. Soy un hombre feliz que ha hecho y continúa haciendo algo para desestabilizar ese moño atado al cuello. La tarea de un artista es extraña, uno tiene la ilusión de llegar a la gente, esa ilusión a veces tiene un retorno inmediato pero la consistencia del trabajo opera a través del tiempo, en la acumulación”.

Celina Vive!: Cómo es eso de maestro de poética?

Alberto Muñoz: “La poética es una disciplina muy antigua, yo me formé toda la vida para ejercerla, se trata básicamente de ofrecerle a la gente una formación lo bastante completa en temas de arte, por un lado pensando juntos las problemáticas del arte y por otro centrándose en la actividad específica de lo que se quiere hacer. Hay personas que lo que desean es leer bien, otras trabajar la escritura personal o la corrección de un texto que están por publicar. También trabajo con artistas plásticos o músicos que quieren explorar los contenidos de sus obras, en fin, es una actividad compleja, inagotable que cuando encuentra su rumbo amortiza la ilusión de sostener íntimamente una parte importante de la vida, entendamos que la conversación entre la vida y la creación rejuvenece hasta las piedras”.

Celina Vive!: “El gran pez americano” (1987), “Lo que sale una trompeta” (1989) y “Misa Negra” (1991), son esos legendarios discos tuyos que quisiera tenerlos en CD, volverán a ser editados algún día?
Alberto Muñoz: “Es probable, hay en vistas un proyecto de editar un álbum con toda mi obra que consiste en lo que nombraste más “Los últimos días de Johnny Weistmuller” (Tarzán), “La pasión según los hipopótamos” ambos CD realizados con la orquesta El Destino, un disco de poemas “Código Morse” y el último trabajo que es un álbum doble de una obra que se llama “La marca de Caín””.

Celina Vive!: Existe una escuela que forme artistas?

Alberto Muñoz: “Tengo entendido que no, hay escuelas de disciplinas pero no de formación integral, filosofía, aspectos de la ciencia, artes comunicantes, política cultural, etc.”.

Celina Vive!: En otra oportunidad, refiriéndote al lugar en donde van a parar tus discos en las disquerías, decías que te gustan las bateas de varios, es casi un orgullo estar en ese lugar?
Alberto Muñoz: “Ya no, porque prácticamente no estoy en ninguna batea, no es fácil encontrar mis obras, pero teniendo en cuenta los nuevos procedimientos cibernéticos en cualquier momento mi obra aparecerá navegando en los sistemas virtuales; no es un tema que me preocupe demasiado. Yo grabo permanentemente para que los trabajos no se pierdan, hasta ahí llego de manera responsable”.

Celina Vive!:Seguís siendo un copado del delta, el río, las islas, de ese paisaje verde-alma?

Alberto Muñoz: “El delta ocupa la mitad de mi cabeza, la otra mitad la ocupan mi familia, mi trabajo y mi vocación de vivir. Con esas dos mitades equilibrio los días y las noches”.

Celina Vive!: Qué estás preparando ahora, cuáles serían tus proyectos, tenés en mente alguna presentación?
Alberto Muñoz: “Estoy por sacar un CD con música de cámara compuesta con Diego Vila y con textos de Javier Cófreces y míos, lleva por título “El puente de las tetas”, el resto se parece a una mágica rutina, publicar uno o dos libros de poesía este año y aguardando el estreno de una obra teatral que se mostrará en octubre, “Antógonas” dirigida por Leonor Manso e interpretada por Claudia Tomás e Ingrid Pellicori”.


Entrevista: Carlos Romano

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